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domingo, 29 de marzo de 2015

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El sol y la luna. Estupidos sueños de amor, sexo y otras tonterias que a veces se me ocurren.




















El sol estaba a punto de acostarse sobre las sinuosas curvas de las montañas nevadas. Cualquiera diría que una experta mano de mujer las había espolvoreado con azúcar glass y las había metido al horno cuyo cielo se tornaba más y más rojo según iba el sol alargando sus cálidos dedos que acariciaban esas montañas, tan dulces y suaves, como la guitarra de un cantante apasionado, rasgueando las cuerdas, después de mucho, mucho tiempo.
Con la oscuridad cada vez mas presente empezaron a brillar los luceros y alguien, en una ventana encendió una vela.
La mujer abrió el grifo del agua caliente de la bañera, que se empezó a llenar. Vertió sales de baño, infusiones de romero y espliego y abundante gel, y el cuarzo rosa que le traía tanta suerte.
Se asomó a la ventana. La luna blanca y fría enseñaba su cara lentamente. Una cara llena de marcas de granos juveniles, como cráteres. Miró la luna. Con las gafas de aumento la veía al alcance de la mano. Suspiró. La luna le infundia la misma serenidad pero a la vez melancolía que el mar. Ambos amantes solitarios que rotaban detras del amor, en el caso de la luna y que iba y venía con las olas segun la proximidad y el ciclo de la luna, en el caso del mar. Refrescando los pies perfectos de aquella joven cuando andaba solitaria por la orilla, en alguna noche de verano, en la que la cama se le volvia tan insoportablemente ancha y vacia, que buscaba el murmullo de la brisa trayendo secretos de tiernos amantes en las mil y una orillas de los 7 mares.
Metió ligeramente la punta del pie en el agua caliente, vertió un poco mas de agua fria. Dejo caer el albornoz detras de su cuerpo y se sumergió en el agua espumosa, tumbandose y abandonandose al suave sopor y a los efluvios del romero y el espliego. Lentamente se quedó dormida.
Se despertó con hambre, con un hambre visceral, carnal, hambre de que alguien le invitara a una cena romantica a la luz de dos tenues velas, y se hartaran a ostras, caviar, con pan y mantequilla, palta, tomate aliñado y un buen solomillo a la pimienta con patatas fritas, tras lo que seguiria un delicado y minusculo pastel de mousse de chocolate con fresas y frambuesas naturales, que subiera bien las endorfinas y un cocktel afrodisiaco de champan francés, con fruta de la pasión, naranja y granadina, o aquel Amanecer Rojo que que le embriagara el corazón y la predispusiera para abandonarse al placer en brazos de su amante y se despertara en un "totum revolotum" de piernas sin saber de quien era cual.
Después de pensar todo esto, decidió que era estupido malgastar el hambre de hombre con su consolador y que lo que tenia que hacer era emplear esas ganas en encontrar  a un tio potable con las mismas ganas de disfrutar de un cuerpo ajeno aquella noche. Conocía a alguien.
En ese momento sonó el telefono:
- Tus deseos son ordenes.
- ¿Como dice? ¿Mande?.- Ella estaba un pelin teniente (es decir sorda). Bueno, un poco bastante.
- ¿Que si te apetece cenar esta noche?
Revisemos el estado de la cuestión.Estaba recien bañada, depilada, con hambre de hombre y del que no es de hombre y habia reconocido la voz del que le llamaba (y por cierto estaba muy bueno). Solo le faltaba vestirse maquillarse, ponerse unos taconazos y salir corriendo. (bueno eso es un decir correría a los brazos de ese chico que como no le invitara a cenar fuera estaba destinado a prepararla una tortilla francesa. Y de aperitivo mejillón anémico, Ultimamente comía poco.
La voz masculina le sacó de su ensoñación:
- Soy el genio de la lámpara maravillosa, solo tienes que frotar la lámpara y saldré a concederte tres deseos. Pero piensalos bien.-
 Joer con los genios de hoy en día se comunicaban via móvil, solo faltaba que le hubiera mandado un whatsapp.
Buscó  a su alrededor una lámpara. ¿Seguro que era una lámpara lo que había que frotar? ¿No tendría truco? ¿Quién se había pensado el genio que era?Menudo genio, había pasado de la cena afrodisiaca a una tortilla francesa con mejillones anémicos en un piss pass. Y para eso tenía que frotar algo. Y si se frotaba el clitoris y se hacia ella la tortilla francesa? Así no tendría que frotar nada extraño.
La voz la volvió a sacar de la ensoñación:
- Que me frotes a mi.- Dijo el genio.
Ya sabía ella que esto tenia truco.
- ¿Pero dónde estás?
- Llamando a la puerta en este preciso instante.
Ding Dong. Sonó el timbre.
Abrió  la puerta con una toalla en la cabeza y otra alrededor de su cuerpo.
- ¿Nunca contestas cuando llaman?Llevo llamando media hora.
- Me quede dormida en el baño.
Alli estaba el hombre de sus sueños con su sonrisa "Profiden", el pelo engominado y un esmoquin de Armani.
- Vale muy bien, ¿y yo que me pongo?
- Podrías decir "hola" al menos.- Y agachándose para coger una caja el dijo.- ¿Me dejas pasar?.
- Claro.
Y franqueo la entrada de su casa hasta hoy inexpugnable al que prometía cumplir su mas mínimo deseo, al menos aquella noche....mientras la luna en la ventana alcanzaba su zenit y sonreía al ver como ese par de dos evolucionaban en una relación que hasta ese día solo pasaba por ser un "buenos dias", cada vez que se veían en la oficina. "Prometer hasta meter y después de metido nada de lo prometido", recordó que le decía su padre. ¿Bueno y qué? al menos esa noche saciaría su hambre de hombre y la que no era de hombre, ¿y después?, ¿que importaba el después?. Carpe diem. Colligo virgo rosas. Con sus 40 años allí estaba ella para mandar al garete a todos aquellos tópicos machistas de la literatura universal, después cada uno a su casa y Dios en la de todos y el lunes a la oficina a volver a decirse buenos días como si nada hubiera pasado, ¿O si?¿que importaba eso a nadie?

Y colorín, colorado, este cuento se acabado.