viernes, 23 de enero de 2015

La condena















Hoy estoy inundada de amor,
chorreante,
impregnada de tu olor
mojada hasta los huesos de tu ternura
feliz hasta las trancas por haber sentido en mi
la calida tibieza de tu piel en la noche,
abrazandome.
con tus brazos fuertes
que me poseen,
que elevan mi placer
que acarician mi piel con la punta de los dedos
hasta el más hondo y profundo, húmedo y caliente
latente por ti,
corazón.

Me enamoras,
mantienes la hoguera encendida
de mis sentimientos
pensamientos enamorados
que aumentan mi placer cuando te pienso
cuando dibujo tu cara en la noche
mientras los suspiros de honda pasion
me anegan.
Definitivamente, voy a tener que llamar a un fontanero
no se si tanta humedad sera buena.
Tendré que llamar a un electricista.
Los cortocircuitos provocan chispas eléctricas cada vez que me tocas.
Tendré que llamar a un bombero.
Tu fuego se extiende a todos los rincones de mi ser.
Tendré que llamar a un policía.
Has entrado con nocturnidad y alevosía en lo mas hondo de mi ser y te has robado a punta de pistola
mi corazón.
Tendré que llamar a un médico,
las humedades han preñado de tu simiente mi vientre.
Tendré que llamar a un agricultor,
 para que dentro de 9 meses, recoja la cosecha que sembraste.
Tendré que llamar a un vidente, el fantasma y la sombra de tu amor
no me deja estudiar
y a cada página que paso de mis apuntes
estás tu mirándome, desde tu lejanía.
Tendré que llamarte a ti causante de humedades, fuegos, cortocircuitos, robos, siembras, tiernas distracciones, para que yo, la jueza del amor, te detenga, te juzgue, te castigue, a amarme a cadena perpetua, 30 años, al menos.

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